- Era Ruiz de Padrón insigne teólogo, predicador distinguido, notable economista, docto e ilustrado, su vida se caracterizó por la defensa de la libertad, la lucha por los derechos humanos y el progreso. Fue famosa su alocución para abolir la Inquisición del territorio nacional. También luchó por la creación de una universidad en Canarias.
Antonio José Ruiz de Padrón nació en San Sebastián de la Gomera el 9 de noviembre de 1757 en el seno de una familia acomodada y de fuertes ideas religiosas. Realizó sus primeros estudios en el monasterio franciscano que existía en su isla natal.
Con 16 años marchó a Tenerife para continuar con sus estudios, ya que no había otra posibilidad de seguirlos en su tierra. Una vez aquí ingresó en el lagunero convento franciscano de San Miguel de las Victorias y con 24 años, en 1781, recibió el sacerdocio. A finales del mismo año, sus muchas inquietudes intelectuales le llevaron a formar parte de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, de la que fue un activo miembro.
Con 28 años tomó la decisión de viajar a La Habana, donde residía un tío suyo también franciscano. Una gran tempestad desvió su barco hacia Pensilvania, en el sur de los casi recién creados Estados Unidos. De allí viajó a Filadelfia, ciudad con notable actividad cultural, donde trabó amistad con personajes tan importantes como Benjamin Franklin y George Washington, quienes les abrieron las puertas de las tertulias más importantes de la ciudad.
En ellas sorprendió a los asistentes (la mayoría de ideas liberales, protestantes y algunos relacionados con la masonería), con su erudición y la defensa de los valores del catolicismo. Pronunció un famoso sermón contra la existencia de la Inquisición que fue traducido al inglés y ampliamente difundido, lo que hizo a muchos cambiar su opinión acerca de la Iglesia católica, favoreciendo con ello bastantes conversiones del protestantismo al catolicismo.
Tras casi un año en tierras estadounidenses, viajó a Cuba, donde pronto se distinguió por sus críticas a la esclavitud, lo que le granjeó bastantes enemigos, decidiendo regresar a España. Ya en Madrid solicitó del Vaticano abandonar la orden franciscana, pero sin dejar el sacerdocio, lo que le fue concedido hacia 1800. Viajó por Europa algunos meses y en 1802 pasó a desempeñar el curato de Quintanilla de Somoza, cerca de Astorga (León). Luego sería nombrado abad de Villamartín de Valdehorras (Galicia), siendo vocal, cuando se extendió el levantamiento contra los franceses, de la Junta de Armamento y Defensa de Orense. En la contienda dirigió un hospital militar.
Convocadas las Cortes Generales, en julio de 1811 Ruiz de Padrón fue elegido diputado en representación de Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro, incorporándose a las sesiones en diciembre de aquel año. En las Cortes su voz se hizo oír en muchas ocasiones, participando de forma muy activa en al menos una decena importantes debates, pero fue el relacionado con la abolición de la Inquisición en el que más se distinguió. Su demoledor discurso contra el Tribunal del Santo Oficio fue determinante en aquella decisión.
Fue uno de los firmantes de la Constitución y, en términos generales, defendió el liberalismo como el medio más adecuado para luchar contra la ignorancia y la superstición del pueblo. Cuando las Cortes Generales y Extraordinarias se disolvieron (el 14 de septiembre de 1813), entre los 222 firmantes del decreto de disolución figuran los nombres de los 4 diputados canarios. Con tal motivo, Ruiz de Padrón escribió un opúsculo (en el Gabinete de la Ilustración pueden contemplar un ejemplar) con el título Monumento de gratitud al pueblo de Cádiz…
Con la reacción absolutista fue destituido de su abadía y se le abrió proceso a instancias del obispo de Astorga, siendo condenado a destierro perpetuo en el convento de Cabeza de Alba, en El Bierzo, pero en 1818 recurrió la sentencia en la Chancillería de Valladolid, ganando el recurso. En 1820 sería nombrado de nuevo diputado por Galicia y Canarias (intervino en otro debates sobre la abolición de los diezmos (su opúsculo sobre el tema en la exposición) y Maestrescuela de la catedral de Málaga.
Murió en Villamartín de Valdeorras (Galicia) el año 1823, a consecuencia de una enfermedad pulmonar crónica.